(Blog en español debajo de la imagen)
From friction comes the spark that lights the fire. Resistance, pressure, rupture, ending. 2020, a challenge of equanimity and a threat to all that was holding us in place. A painful descent into the dark, the land of the dead. We're collectively experiencing a time of dismemberment. Uncertainty, sadness and fear are felt in our bodies. The blend of an unstable economic system, the shortfall of patriarchy, social distancing, cancelled plans, food dependency, general mistrust and our threatened health, is the cracking ground under our feet.
We´re tempted to feel numb, drown in entertainment apps, shining screens, lethargy, pretending it is comfortable to hide from fear and not see. We can't, however, deprive ourselves from feeling, it is a necessary grief to choose to make our pain conscious and therefore be able to transform it.
Tears water the earth, they wash away learnt ideas, false identities and open the doors to the innocence of being.
If we go through this transformation with eyes wide open and without holding on to anything we can be part of the individual and collective restructuring. It is of utmost importance to bravely witness that which is being born within us and share our medicine with the Whole.
Lovingly offering what needs to die in order to move forward with the light determination of acceptance, like a seed that is ready to let go of its shell and dare to grow.
We now have the fortune and responsibility for making choices that will weave the fabric of the new world and its inhabitants.
Remember that Death is aways hatching new life.
Death's Goddesses are also those of life and fertility: Inanna, Persefone, Izanami and Earth, archetypes of the soul's rebirth.
Seeding in the darkness of being, creative potential is limitless.
A l u m b r a m i e n t o s e n l a o s c u r i d a d.
De la fricción nace la chispa que enciende el fuego.
Resistencia, presión, desgarro, fin.
2020 un reto a la ecuanimidad y un atento a todo sobre lo que estábamos parados.
Un doloroso descenso a la oscuridad, al país de los muertos.
Colectivamente experimentamos un tiempo de desmembramiento.
Nuestros cuerpos sienten incertidumbre, tristeza y miedo.
La fusión entre un sistema económico inestable, la insuficiencia del patriarcado, la distancia de los seres queridos, los planes cancelados, la dependencia alimenticia, la desconfianza y la salud amenazada parece crear grietas bajo nuestros pies.
La tentación es entumecerse, ahogarse en apps de entretenimiento, pantallas brillantes, sopor, simular que aún es cómodo esconderse del miedo dejando de ver. Sin embargo, no podemos privarnos de sentir, es una pena necesaria para elegir hacer consciente el dolor y así poder transmutarlo.
Las lágrimas nutren la tierra, lavan las ideas aprendidas, las identidades falsas y abren una puerta a la inocencia del ser.
Al atravesar la transformación con los ojos abiertos y sin aferrarse a nada participamos de la reestructuración individual y colectiva, para lo cual es trascendental observar con valentía aquello que quiere nacer dentro de nosotros y aportar nuestra medicina al Todo.
Es necesario ofrendar con amor lo que tiene que morir para caminar con la determinación ligera de la aceptación, como una semilla que se desprende de su coraza para atreverse a germinar.
Así nosotros tenemos la fortuna y responsabilidad en estos tiempos de metamorfosis, de tomar las decisiones que formarán el tejido de la nueva tierra y sus habitantes.
La Muerte siempre está incubando nueva vida.
Sus diosas son también las de la vida y la fertilidad: Inanna, Persefone, Izanami y la Tierra, arquetipos del renacimiento del alma.
Sembrando en la oscuridad de tu ser, el potencial creativo es infinito.